La palabra «Parachicos» deriva literalmente de la expresion «para-el-chico» y se refiere a los antiguos habitantes chiapacorceños que se disfrazaron para entretener al pequeño hijo de la doña María de Angulo, quien lo llevó con el curandero indigena por una extraña enfermedad. Todo esto pasò, según la tradición oral, a mediados del siglo XVIII, al entonces llamado pueblo de Chiapa de la Real Corona. Los Parachicos representan a los hombres del pueblo, mientras que las “chuntas” (hombres con vestimentas de mujeres) representaban a las mozas de la señora española.
Su traje constaba de una máscara de madera esculpida (con facciones semejantes a los españoles), de ojos azules o verdes, barba de candado, tocado de fibra de ixtle, un sarape tipo Saltillo, chalina bordada, cintas de colores y un chinchín o sonaja de lámina.
Esta supuesta leyenda se volvió una tradición local, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, en 2010. Asì que todos los años, desde hace 305 años, del 8 al 23 de enero, el sonido de tambores, sonajas de hojalata y flautas dan el ritmo a las danzas y ceremonias religiosas representativas de la tradicional Fiesta Grande de Chiapa de Corzo.
La danza de los parachicos representa el momento culminante de esta gran celebración, comenzando por la mañana y finalizando en la noche, después de haber recorrido las calles del pueblo, bailando y cargando las imagenes religiosas. Su danza se considera una ofrenda a los santos venerados: el Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián Mártir.
Esta danza se sigue organizando de la manera tradicional y bajo la jerarquía de las mayordomías de los distintos barrios de Chiapa de Corzo, encabezada por un patrón, cuyo cargo es heredado por los miembros de la familia Nigenda.
La celebración abarca todos los ámbitos de la vida local, fomentando la convivencia entre los habitantes del pueblo y la transmisión de conocimientos ancestrales heredados por los mayores.
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